Su apetito de coleccionista no pudo descuidar el continuo buscar de objetos, documentos, testimonios, que alimentaron lo que él llamó “mi propio paisaje íntimo de afectos y goces estéticos” y que además dieron lugar a la creación del Museo del Azulejo en esta misma calle, y el Museo de Arte Americano de Maldonado en Punta del Este.
Como dijo Jorge Páez:“La restauración la hice no bien la compré, en 1975, respetando los planos originales para dejar al descubierto su estructura primitiva de 1850 y enriqueciendo las partes de carpintería y rejas con puertas y elementos decorativos de su misma época, que traje del viejo Paraguay colonial, de Perú, Bolivia, y de remates en Uruguay."
“Mi idea es que la casa sea coherente con su historia y estilo, que no ofenda su calidad, austeridad y atmósfera con elementos ajenos a su genética."
Esta “casinha portuguesa”, refugio soñado donde conviven muebles misioneros, cuadros de temas históricos, tallas religiosas y antiguos elementos decorativos es hoy un espacio que abrimos para su homenaje, donde puede apreciarse parte de su obra pictórica, y tomar contacto con la historia de su vida.
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